ARCO: 5 aproximaciones
1.
Muy probablemente no sea éste el mejor momento para tener hijos, algo
de lo que al parecer saben mucho quienes están en disposición de
tenerlos y no los tienen. Motivo por el cual las sociedades de los
países civilizados están envejeciendo a velocidades ultrasónicas. Por
otra parte no es precisamente el amor lo que se predica en esas
sociedades civilizadas, más orientadas a la inculcación de
individualismos suspicaces y defensivos. Y por otra está el tema de la
reorganización del mercado laboral que han impuesto las nuevas
tecnologías. Algo que tiene una consecuencia decisiva en el modus vivendi
del joven actual, que no es otro que el nativo digital. ¿Qué
consecuencia? Pues que los jóvenes ya no tienen como prioridad, tal y
como venía siendo habitual en las recientes sociedades tradicionales
(sedentarias), el comprarse una casa. Sus trabajos son tan inestables
como su parejas. Sus viviendas son, en todo caso, puro tránsito. O por
decirlo de otra forma: sin casa -propia- ¡no hay paredes -propias-! O
mejor: no hay “espacio” -propio-.
2.
Nunca había visto tanta gente el día de la inauguración. Habré visitado
30 de las 35 ediciones de ARCO y la mayoría de las veces durante los
dos primeros días, es decir, los días que suelen reunir a los
profesionales. Y sé lo que digo cuando afirmo que no había visto tanta
gente el día de la inauguración. Pero ¿quiénes son esos profesionales?
Pues galeristas, artistas, directores de museos, comisarios y sobre
todo, pues no podemos olvidar que se trata de una Feria de Arte,
coleccionistas. Así que no deja de tener su enjundia que, precisamente
en este momento en que el sector (Arte) padece un descalabro muy
relacionado con el mercado, hubiera tanta gente elegante pululando por
los pabellones. ¿Pero qué decir de esa congregación? ¿Compradores?
Puede, pero no lo creo. Baste decir, en todo caso, que quedé impactado
cuando en un stand
me encontré, cara a cara y sin esperármelo, a un chaval que podría
tener 20 0 21 años. Quiero decir, que habiéndoseme acostumbrado la vista
a las facciones que me había estado cruzando durante dos horas de
trasiego me acabó sorprendiendo el hecho de encontrarme con un joven en
edad universitaria. Sin duda podríamos usar, a modo descriptivo, aquel
título de una película de los hermanos Cohen pero dándole la vuelta. Es este un país para viejos.
Y sustituir país por feria. Yo llegué a contar 4 sillas de ruedas
pilotadas, muy probablemente, por coleccionistas voluntariosos e
inasequibles al desaliento. Mucha gente, pues, pero quizá demasiado
cercana a la muerte. Posiblemente, además, los más coleccionistas.
3.
Han pasado ya 35 años desde el primer ARCO y el mundo ha sufrido
durante esos años transformaciones colosales. Es más, el mundo de ahora
ya prácticamente nada tiene que ver con aquel en el que se produjo la
caída del muro y la movida de Madrid. O por decirlo de forma cruda: los
nativos digitales comenzaron a nacer 20 años después del estreno de la
película ET de Steven Spielberg. Las transformaciones han obligado a
muchos sectores a re-adaptarse. De hecho, durante todos los años de este
milenio la máxima de actuación ha tenido que ser para muchos esa, la de
re-adaptarse o morir. Y desde luego no todos lo hemos hecho con las
mismas ganas. Así que dirán lo que dirán, pero la impresión que uno
extrae cuando se pasea por los pasillos de ARCO es que el tiempo no ha
pasado durante esos 35 años. Y esto no tiene nada que ver con el hecho
de que pueda haber expuestas más o menos cosas tecnológicas etc., no.
Tiene que ver con la apariencia de la totalidad, con la distribución de
espacios y con la obsesión por la objetuaria, una objetuaria, todo se ha
de decir, que nada tiene que ver con los intereses de esos nativos
digitales que ni tienen casa, ni la quieren, ni quieren CDs, ni DVDs, ni
libros, ni cosas que, en general, pesen o almacenen polvo. Y menos aún
si hay que trasladarlas de un lugar a otro o meterlas en un
guardamuebles. Una Feria, por tanto, con aires gerontofílicos.
4.
Pero ¿de qué tenemos que hablar cuando hablamos de ARCO, de arte o de
mercado? Si hablamos de arte ya sabemos por dónde van los tiros, lo
hemos avanzado: ARCO se encuentra en las antípodas de lo que la gente
joven está haciendo, entre otras cosas, porque su mundo está en la red y
ya prácticamente sólo en ella. Y por tanto la creatividad la entienden
bajo unos preceptos que nada tienen que ver con los que durante 250 años
generó un sentido hegeliano de la Historia. Para ellos, no hay
evolución lineal que pretenda “el despliegue del Espíritu”. Para ellos,
en definitiva, no hay Historia. Hay presente y virtualidad. Hasta el
punto en que sus centros de interés se encuentran focalizados en cosas
que carecen de corporeidad. Y si hablamos de mercado poco queda por
decir que no quede explicitado en la continuas quejas de todos aquellos
que aún conforman el mundo del arte. Un mundo del arte, todo se ha de
decir, periclitado. Los galeristas se quejan de sus inexistentes ventas y
los artistas del mal trato recibido desde las instituciones (que
tampoco se han enterado que el Arte se ha quedado sin Historia y de que
el mundo es digital. Además, claro, de estar corrompidas por lo que los
propios artistas les dejaron hacer en la época de las vacas gordas).
5.
¿Pero está bien o mal ARCO ( y me refiero al contenido, no a la feria
en sí misma)? Pero yo insisto: eso es lo de menos. Es la pregunta más
irrelevante y por lo tanto menos apropiada. Más que nunca una exposición
-o un cúmulo de obras de arte- no es otra cosa que algo de lo que
gustar o disgustar dependiendo de las particularidades del gusto y de la
cantidad de “objetos” que gustan o disgustan respecto a la
particularidad de cada uno. La celebración del 35 aniversario (cifra
incelebrable) no es más que un signo de desesperación, como lo es el
hecho de invitar a 18 galerías jóvenes con menos de 8 años de
experiencia. En cualquier caso las posibles ventas, en caso de haberlas,
no desmentirían el argumento aquí expuesto. Primero porque uno de los
gastos fijos de cualquier feria de arte que se precie es pagar viaje y
alojamiento a los mejores coleccionistas del mundo, todos
aproximadamente octogenarios, y segundo porque si algo tiene una
historia de más de 250 años (la historia de la Historia del Arte) es
eso, inercia. Y todo con independencia de esa otra cosa que el fin de
esa historia provoca en algunos, nostalgia. Ah, y para acabar, que nadie
piense que JustMad es distinta por más juvenil. Una feria de arte es una
feria de arte por mucho que cambie el aspecto de la objetuaria, de los
cachivaches.
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